Un nuevo informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha encendido las alarmas en Chile respecto al futuro de la industria petrolera en el país. El reporte advierte sobre un pronunciado descenso en los precios del petróleo en la próxima década debido a la creciente penetración de los vehículos eléctricos en los mercados de países desarrollados. Esta tendencia plantea serias preguntas sobre la sostenibilidad de las inversiones en el sector del petróleo, en un contexto global de transición hacia fuentes de energía más limpias.
El informe de la AIE proyecta que, para el año 2030, los precios del barril de petróleo podrían caer a la mitad de su valor actual, situándose en torno a los 42 dólares. Esta disminución se debe a la creciente adopción de la electricidad como alternativa al combustible convencional. Estas cifras generan interrogantes en Chile sobre la viabilidad de proyectos relacionados con el petróleo, incluyendo la exploración y explotación de nuevos yacimientos.
En un contexto en el que la electricidad se presenta como el “nuevo petróleo” y la generación solar emerge como la forma más asequible de energía, Chile se enfrenta a la necesidad de replantear sus políticas energéticas. ¿Es sensato seguir apostando por combustibles contaminantes y costosos cuando el país cuenta con recursos renovables abundantes? Esta pregunta cobra relevancia en un momento en que la comunidad internacional se esfuerza por abordar la crisis climática.
La presión sobre Chile para reducir su huella de carbono y adoptar fuentes de energía más limpias es cada vez mayor. El país se encuentra entre los principales emisores de carbono en el mundo y enfrenta críticas por su dependencia de la industria petrolera. La opinión pública y la sociedad civil han comenzado a cuestionar la expansión de proyectos hidrocarburíferos que tienen un impacto ambiental significativo en el país.
Es esencial que Chile considere un enfoque más sostenible en su política energética, que incluya la duplicación de la eficiencia energética y la reorientación de las inversiones hacia fuentes de energía renovable. Además, es importante presionar a los organismos financieros internacionales para que respalden estas iniciativas y promuevan la transición hacia una economía más verde.
El futuro de la industria petrolera en Chile está en una encrucijada. A medida que la demanda de petróleo disminuye y la conciencia ambiental aumenta, el país debe tomar decisiones estratégicas para garantizar un futuro sostenible y reducir su impacto en el cambio climático. En última instancia, la elección parece ser clara: ¿hidrocarburos o un futuro más limpio y sostenible para Chile y el planeta?
Fuente: eldiarioar.com